CONGA

Un grupo de chicas comienza a jugar ultimate, incursiona en este deporte que se ha puesto muy de moda en la ciudad, en muchos colegios y barrios se está practicando. Un deporte con gran historia en nuestro país, donde el más grueso de los hilos ha sido tejido con la agria rivalidad entre Rolos y Paisas.

A mediados del primer semestre del año, el grupito de niñas comienza a entrenar con un equipo nuevo, joven, con mucha garra y talento: Kalipso, dirigido por Nana Builes. Un grupo de chicas ya en proceso colegial donde era notable una casta, la casta de las Upegui. Un clan donde algunas de ellas como Sara y Mafe Vélez eran estudiantes del Colegio Musical Diego Echavarría, un colegio especializado en música donde su fuerte no eran precisamente los deportes sino la música.

Ellas y otras chicas de Kalipso “del musical”, decidieron formar un equipo en su colegio, donde la base fueron ellas (allí estaba firme el tridente “Shootgun”: Pólvora - Tote - Candela) junto con Laura Zapata (quien se decía era la de mayor talento pero no se le volvió a ver en las canchas) y las demás niñas invitadas, novatas sin un mínimo conocimiento del deporte pero muy curiosas “a las que le sonó el cuento” para participar en una cita difícil de rehusar, el III Torneo Universitario y II Colegial de la Universidad EAFIT ese debía ser el trampolín de su loca carrera! allí estuvieron codeándose con varios equipos invitados de Medellín y de la ciudad de Bogotá.


Septiembre 2006.
Un pasaje sin pena ni gloria, el grupo apenas se estaba conformando, las pequeñas estaban conmovidas por tan gran deporte. Conocieron muchas cosas dentro del ultimate que se ven en los torneos, un sentimiento de hermandad entre las mismas compañeras de equipo y esa calidez que se nota en la comunidad nacional pese a tanta rivalidad que por desgracia se convierte en regionalismo. Esta disciplina, “mucho más que un deporte” promueve muchos valores, donde dicen que el más importante es el espíritu de juego pero hay otros más a resaltar como el coraje, el honor, el juego limpio, la responsabilidad, entre otros; pero que a su vez se complementan y se hacen llamar Espíritu de Juego.

El camino de las niñas “del musical” comenzaba a labrarse. Había mucha “goma”, se estaban enloqueciendo por el disco!


Noviembre 2006.
Se viene una cita en la ciudad: Torneo del Colegio San Ignacio, donde participaron varios equipos de la ciudad, algunos colegios y otros conformados por integrantes de las EPD (Escuelas Populares del Deporte) del INDER y semilleros de otros equipos de la serie A.

Nayades. Un extraño nombre. Así fue como lo percibí la primer vez que vi unas chicas muy animadas, muy alegres! con el combinado rojo y azul y con el nombre propio de las diosas del agua; nunca las había visto en escena, nisiquiera en el torneo de EAFIT debido a mis obligaciones laborales. Tomé nota de ellas, su entrenador era el “Rudo” un jugador de Valar de la ciudad de Barranquilla.

Pero los constantes y alborotados gritos pasaban a ser la base de la estrategia de juego (DEFENSA, DEFEFENSA, DEFENSAAA dije que DEFENSAAAA); las chicas estaban muy crudas, se notaban las dificultades, algunas salían de jugar cabizbajas, pero en su interior persistían las ganas de ir adelante, un deseo de superación pese a tantos golpes propinados por los otros equipos femeninos, un factor de contundencia, las hacía retroceder mucho más. “Por dos pasos avanzados, recibían un golpe que las devolvía cuatro hacia atrás” El grupo aún así ya contaba con más adeptas, nueva sangre, contagiadas por esa extraña pasión llamada frisbee. A pesar de todo, ellas eran muy unidas, como un verdadero grupo, pese a tanta derrota (común en los equipos muy nuevos). Por eso se ganaron un merecido galardón: el premio al mejor Espíritu de Juego.

Comenzaban a perfilarse estilos de juego, “feeling”, personajes característicos, etc pequeños ingredientes que harían de este grupo algo muy grande en el futuro. Algunas chicas que fundaron el equipo volvieron a Kalipso, equipo cuyo balance pasó sin pena ni gloria, un equipo diezmado, gran parte de sus fichas estaban representando al JM (Colegio Jesús María).